Sin llegar a una presión excesiva ni a una amenaza máxima, el presidente Martín Vizcarra ha emplazado al Congreso diciendo que “debemos trabajar juntos por el bien del país”. La lógica del Gobierno es no permitir que las bancadas parlamentarias aprovechen la atención del país en los temas de salud y económicos, para dedicarse a impulsar o bloquear proyectos afines a sus intereses políticos.

En el entendido que una confrontación provocaría un deterioro de las relaciones con el Legislativo, el Ejecutivo trata de tender lazos para una solución conjunta de los problemas del país. Es cierto que el presidente del Consejo de Ministros, Vicente Zeballos, ha sido muy crítico al decir que se han dado normas que no son coherentes con lo que exige el Perú, sin embargo, también pidió unidad.

Las críticas no apuntan a los temas políticos habituales del Congreso sino a los obstáculos reales en estos tiempos de pandemia en los que la prioridad es la salud. Ya sabemos que el camino conjunto en esta coyuntura es más complejo que las buenas intenciones. Queda al Gobierno fomentar el diálogo con el Parlamento e intercambiar ideas, algo que el poder normalmente se resiste a concretar.

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