Hoy se cumplen dos años del infame intento de quiebre del orden constitucional que terminó con Pedro Castillo, su cabecilla, preso por golpista al haber pretendido cerrar el Congreso, adueñarse del sistema de justicia en su totalidad y convocar a una asamblea constituyente, todo al margen de la ley, todo dando una patada a la Carta Magna que debería respetar así no le guste, así sus cómplices Betssy Chávez y Aníbal Torres hayan hecho creer a ese aprendiz de dictador, y gran corrupto además, que esa barbaridad era posible.
Ayer, el recluso Castillo ha lanzado un extenso mensaje en redes sociales con el que parece decirle a los peruanos que los circos propios del mes de julio, se adelantaron a diciembre, pues insiste en promocionarse como víctima de un golpe de Estado por parte del Congreso, las Fuerzas Armadas, del sistema de justicia y la “ultraderecha”, cuando el mundo entero vio a este sujeto de uñas largas que dice ser un “secuestrado”, dando una proclama desde Palacio de Gobierno, con la que anunciaba el fin de la democracia.
Es decir, en la lógica de este recluso y de quienes le escriben los textos que publica en sus redes, porque está claro que el caballero no es capaz ni de unir tres frases, lo que dijo ese mediodía del 7 de diciembre del 2022 no fue más que un “discurso político y patriótico” sin consecuencia y que respondía al “clamor generalizado” de los peruanos que le pedían darle una patada a la democracia y convertirse en un vil dictador. En otras palabras, nos quiere venir a decir que su proclama fue casi una broma, un pensar en voz alta y nada más.
Es momento de cerrarle la boca a este recluso. ¿Y eso como se hace? Imponiéndole de una vez la condena que le corresponde por golpista, a él y a sus evidentes cómplices. El caso está muy claro, no hay muchas vueltas que darle. Luego de eso, ya le vendrán las otras sentencias por los delitos de corrupción que habría cometido. No son pocos, por algo el chotano pasará a la historia por haber convertido Palacio de Gobierno en un lugar nauseabundo donde los fajos de dólares sucios aparecían hasta en los baños.
Además, las condenas por los sucesos de hace dos años van a servir para que los aprendices de tirano, especialmente esos “iluminados” que se creen “revolucionarios” y que dicen que actúan en nombre “del pueblo”, sepan cómo podrían acabar si un mal día se levantan y se les ocurre adueñarse del país para hacer lo que les dé la gana con los poderes públicos, tal como lo hizo Castillo, quien dice que sigue siendo el presidente del Perú, algo digno de una sonora carcajada. Sí, ese señor ha sido mandatario de nuestro país. Una vergúenza.