La situación que vivimos en el país nos lleva a plantear la urgente necesidad de conocer, valorar y respetar la Constitución, las libertades, las elecciones legítimas, el equilibrio e independencia de los poderes del Estado, así como la irrestricta libertad de expresión en todas sus formas. Todo ello tiene que ver con la educación de una consistente “ciudadanía democrática” que debe enseñarse a los niños, niñas, adolescentes y adultos en las instituciones educativas, así como desde las comunidades educadoras utilizando los medios de comunicación, los espacios públicos y las múltiples redes digitales

Las personas permanentemente, a lo largo de la vida, deben, aprender cómo se valoran y se hacen respetar los derechos civiles, laborales, políticos y sociales tanto individuales y colectivos. Debieran ser testigos y participes activos del respeto a preceptos constitucionales y los valores republicanos ; a la defensa de la persona y a la participación activa de los individuos y los colectivos sociales. Si los comportamientos de los actores del Estado y la sociedad civil son convergentes con los aprendizajes del sistema educativo, entonces, educamos y construimos una sólida ciudadanía democrática que debe ir más allá del entendimiento “de la democracia como algo conceptual, discursivo, o como una mera forma teórica de gobierno”.

La educación y la construcción de la ciudadanía democrática deben involucrar en su ejercicio a “presidentes, ministros, tribunos, congresistas, gobernadores, jueces, fiscales, alcaldes, líderes sociales, y a todos los actores comunitarios”. Es importante el respeto no solo a las mayorías sino también a las minorías; el ejercicio y respeto del estado de derecho y las instituciones democráticas; el aporte del Estado y la sociedad fomentando el respeto mutuo a las ideas divergentes; fomentar la justicia social, la lucha contra la pobreza y la inclusión , así como la valoración de la paz , la pluralidad, la interculturalidad y los consensos.