El incordio boliviano en el Pacífico
El incordio boliviano en el Pacífico

Las diplomacias serias son conscientes de la sobriedad y consistencia que exigen los actos de Estado, especialmente cuando atañen a los límites y relaciones de vecindad. Cuando el Perú acudió a La Haya para someterle la situación que persistía por la ausencia de un tratado de límites marítimos con Chile, insistió en la naturaleza jurídica y pacífica de la gestión, y en la conveniencia de encapsularla para evitar que afectara aspectos sustantivos de la relación bilateral, como aquellos que, durante el litigio, desarrollaron los gobiernos de García y Piñera. Nada de acciones paralelas o alternativas que desconcertaran a la Corte.

No es el caso de Bolivia frente a Chile. En conversación reservada con la señora Bachelet en Costa Rica, Morales habría planteado la idea de retirar la demanda si Chile le cede un enclave portuario y una carretera con soberanía o jurisdicción sobre ambas; y habría sugerido que la agenda bilateral de 13 Puntos sirva de marco para una negociación directa, al margen de la CIJ. No es descartable que la reacción diplomática chilena haya alimentado expectativas infundadas, pero las inconsultas declaraciones de Morales sobre esa conversación confidencial originaron una flamígera rectificación.

Ha sorprendido una reciente visita del Vicecanciller boliviano a Santiago para solicitar que el ex Presidente Carlos Mesa (vocero de la demanda) sea recibido por las autoridades, y anunciar su intención de reunirse con agrupaciones que apoyan la aspiración marítima de su país. Chile advirtió que ninguna autoridad recibiría a Mesa. No obstante, este ha fijado la fecha de su viaje con apoyo de movimientos sociales y sindicatos chilenos. Es un desconsiderado acto de intervención que provocará roces y tensión.

Otra demasía del Altiplano es la insistencia en convencer al Papa para encaminar una mediación con Chile, también al margen de La Haya. Aunque el Vaticano es reacio a la idea, Morales espera persuadir a SS Francisco en Bolivia. Apresurándose para sacar ventaja, confirmó que la visita sería el 6 de julio (antes de los alegatos en La Haya). Pero la Conferencia Episcopal Boliviana lo desmintió con un severo comunicado, afirmando que la visita no tiene fecha.

La hiperactividad política boliviana se explica por un temor justificado a la excepción de competencia interpuesta por Chile en la CIJ. La demanda se funda en el Pacto de Bogotá, que obliga a las Partes a someter sus controversias a la jurisdicción de La Haya; pero con excepciones tan claras como las referidas a “…asuntos ya resueltos por (...) tratados en vigencia en la fecha de la celebración del presente Pacto” (a. VI). Y dado que la demanda boliviana conduce necesariamente a la revisión del Tratado de Límites de 1904, La Paz teme que se aplique el artículo XXXIV del mismo Pacto: “Si la Corte se declarare incompetente para conocer de la controversia por los motivos señalados en los artículos V, VI y VII de este Tratado, se declarará terminada la controversia.” Sería el fin de la obsesión marítima de Bolivia.