La justicia ha condenado a 19 años de cárcel más cuatro meses a Gregorio Santos (a) “Goyo”, quien comenzó su “carrera” política como agitador, revoltoso antiminero y “luchador social”, para convertirse en gobernador regional y finalmente terminar con una durísima condena por corrupto, por ladrón, por sinvergüenza, por haber recibido coimas a cambio de entregar la ejecución de obras a malos empresarios que también tendrán que ir a un penal.

Pero quizá lo más grave que ha hecho este personaje que en 2016 postuló a la presidencia del Perú estando bajo arresto preventivo, no sea tanto el haberse levantado dinero desde la gestión pública, sino el haber sido uno de los nefastos protagonistas convertir a la región Cajamarca en la más pobre del país, según cifras oficiales que indican que más del 40 por ciento de habitantes de esa jurisdicción viven en la miseria.

El hambre y la pobreza que han generado este personaje y su camarilla, así como los millones que han impedido que ingresen a su región para promover el empleo y el desarrollo, cuestan a Cajamarca y al país mucho más que aquello que Santos y sus compinches recibieron en cuentas bancarias conocidas desde hace varios años. ¿Desde la izquierda seguirán defendiendo a “Goyo”? ¿Insistirán en que es un “perseguido” por las grandes mineras? ¿Lo verán aún como “presidenciable?

Con su prédica antiminera y su postura radical y antisistema, Santos es uno de los grandes promotores del hambre en Cajamarca. Su acción más “audaz” fue oponerse al proyecto Conga y arrinconar al gobierno de Ollanta Humala para que la inversión no se ejecute, pese a que cumplía con todos los requisitos de ley. Bajo la consigna de “agua sí, mina no”, todo naufragó y se acabaron los tiempos de bonanza que pudieron seguir, no sin antes corregir muchos errores, claro está.

El Poder Judicial ha establecido con su sentencia por los delitos de colisión simple, colusión agravada y asociación ilícita para delinquir que, desde su puesto de autoridad pública, este sujeto aprovechó para direccionar obras a cambio de dinero. Aquí tenemos, pues, a otro falso valor, a otro apóstol de la “justicia social” que termina tras las rejas al igual que sus “compañeros de ruta” Walter Aduviri, Vladimir Cerrón y Susana Villarán. Penoso.

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