Hoy se cumplen dos años de la partida del embajador Alfredo Chuquihuara Chil. Cuatro excancilleres con los que trabajó me han dicho que fue brillante y los viejos diplomáticos de Torre Tagle decían -doy fe de ello- que Alfredo tenía una inteligencia política y diplomática superdotada. El decurso de su trayectoria lo iba confirmando. Siempre ascendió en primer lugar y Ollanta Humala, algo demorado, rompiendo la barrera de la diplomacia prejuiciosa y creída aristocrática, con justicia lo hizo embajador. Ancashino, fue el único diplomático peruano hasta ahora graduado en la Universidad de Harvard. En la joven categoría de primer secretario del Servicio Diplomático, integró el equipo del canciller Francisco Tudela que negoció la paz con Ecuador y fue el cerebral autor de la minuta que registró el acuerdo entre los cancilleres de Chile (Ignacio Walker) y de Perú (Manuel Rodríguez) en Río de Janeiro (2004), sobre la controversia marítima con Chile, consumando la sustanciación jurídica, con boleto directo a la Corte Internacional de Justicia, cuya demanda, históricamente decidió Alan García, así como redactó otras notables piezas diplomáticas. Fui testigo de excepción de sus debates con cancilleres derrotados por su sagacidad e intelecto. Tuvo carácter y visión, y por hallarlo un zoom politikon de la acción externa, los que tuvieron poder le temieron.  Respetado, sus colegas lo eligieron presidente de su Asociación (AFSDP) para la que adquirió una sede propia, y dando una gran lección, ensanchó la celebración del Día del Diplomático a otros actores del Estado que coadyuvan con la política exterior. Trajo al Perú al afamado pensador, Francis Fukuyama, autor del “Fin de la historia y el último hombre”, y al expresidente de la Corte Internacional de Justicia, Hisashi Owada (Japón); además, creó el Grupo “Toribio Pacheco” -notable jurista y diplomático del siglo XIX-, y reeditó obras de grandes de la diplomacia como Víctor Andrés Belaunde. Fue condecorado con la Orden del Sol del Perú en el Grado de Gran Cruz y con la Medalla de Honor del Congreso. ¡Cuánta falta le hace a la diplomacia peruana en estos momentos!.

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