Por estos días en que somos testigos de un incendio de Barrios Altos que lleva cinco días sin ser controlado, los peruanos volvemos a ser observar del descomunal y desinteresado trabajo de los bomberos voluntarios que están laborando sin descanso por controlar esas llamas generadas por manos negras, sean estas de extorsionadores, informales o malas autoridades municipales.

No es la única vez que los vemos haciendo este trabajo a lo largo de la historia reciente. Los vimos ante tragedias como las de Mesa Redonda, Utopía, fenómenos El Niño, accidentes de tránsito, incendios caseros o cualquier situación en que la vida corra peligro. Algunos de ellos han perdido la vida en medio de su lucha por rescatar a otros o controlar una emergencia.

Con toda seguridad, una vez que logré ser controlado el siniestro de Barrios Altos, habrá homenajes de todo tipo a los queridos y respetados “hombres de rojo”, y eso está muy bien. Sin embargo, más allá de eso, el mejor reconocimiento debería ser el dotarlos siempre con la logística y los equipos necesarios para que hagan su trabajo sin exponerse más de lo necesario.

El pedido de tener mejor equipados a los bomberos es casi eterno. Pero es vital contar con un cuerpo de bomberos que no solo cuente con la solidaridad, la vocación de servicio y el arrojo de sus miembros, sino también con los implementos que se requieren en un país como el nuestro, siempre tan expuesto a todo.