Irán, el mayor país chiita del Medio Oriente, acaba de elegir a un nuevo presidente, se trata del clérigo Ebrahim Raisi, un ultraconservador que podría advertir hacia adelante, una actitud radicalizada de esta importante nación persa, respecto de Israel, EE.UU., y en general, sobre occidente.

Conviene tener en cuenta que desde 1979 en que se produjo la denominada Revolución Islámica -la Dinastía Pahlaví, presidida por el sah Mohammad Reza Pahleví, fue derrocada por el ayatolá Ruhollah Homeini- en este país de 82 millones de habitantes, se mantiene un sistema político fundado en una teocracia, cuyo nombre oficial es República Islámica de Irán.

En efecto, en este país de origen histórico ario, la primera autoridad no es -como en la misma mayoría de los países del mundo-, el presidente -hasta que culmine su mandato en muy poco tiempo, lo es Hasán Rouhaní, desde el 2013, y luego lo será Raisi-, sino la omnipresente y totalizadora persona del ayatola Alí Hoseiní Jamenei, el denominado Líder Supremo de Irán, que en la práctica es la máxima autoridad religiosa, política, económica, judicial, etc., en el país y por su altísima membresía, considerado una verdadera fuente de emulación del chiismo, una de las dos ramas del Islam -la otra es el sunismo-, religión monoteísta que fuera fundada por Mahoma en el 622 d.C.

En las más de 4 décadas que tiene el régimen, sus enemigos de siempre son, de un lado, Washington, sobre el cual pesa una amenaza latente por la muerte selectiva con dron del general iraní, Soleimani, y de otro, el Estado de Israel, cuya extinción es una máxima establecida en la propia Constitución iraní. Como en Teherán, en Israel también hay nuevo gobierno pero a diferencia del régimen iraní, que a todas luces, parece que será frontal en su política exterior, el de Israel, asoma menos radical que el recientemente culminado de Benjamín Netanyahu.

Está claro que el próximo presidente de Irán seguirá, como es una práctica político-religiosa en el país, los mandatos del ayatolá Jamenei, que habría optado por endurecer su posición con occidente. Junto a EE.UU. e Israel, también hay expectativa sobre cómo será el frente externo iraní respecto de Arabia Saudita, país árabe sunita, considerado el mayor enemigo islámico de Irán, país chiita no árabe, en esa región.

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