Un estudio reciente sobre el desempeño mediático de algunos políticos reveló que Daniel Urresti había tenido en el lapso de un mes más de 3000 apariciones en la multimedia, valorizadas en más de 13 millones de dólares. Sus apariciones han ido en aumento y se ha convertido en un actor protagónico de la política nacional, desplazando a todos los demás, incluyendo a Nadine Heredia.

Criticado o no, la multimedia lo ha convertido en una persona conocida e influyente, y él ha sabido capitalizar su exposición. De ahí que hoy sea -junto con Ana Jara- una de las cartas del nacionalismo de cara al 2016. Mucha gente lo percibe como un ministro que trabaja y que tiene la fuerza y la convicción para hacer frente a la inseguridad.

Paralelamente, y apartado de la multimedia, se viene forjando otro proyecto político completamente nuevo liderado por Julio Guzmán, un joven y reconocido economista que fue viceministro del Ministerio de la Producción, cuyas credenciales son haber trabajado en el BID, ser un experto en políticas públicas y estar vinculado al mundo académico. Gran reto el que se ha trazado Guzmán para llenar ese espacio que deja Gastón Acurio con su negativa a entrar en política. Ese espacio en el que podría representar la renovación y un verdadero cambio que devuelva la esperanza en que la política peruana sí puede cambiar.

Daniel Urresti y Julio Guzmán -con estilos completamente distintos- se sumarían a la lista de candidaturas presidenciales anunciadas para el 2016: las de Alan García, Keiko Fujimori y Pedro Pablo Kuczynski. Los demás partidos políticos buscarían formar parte de una alianza con los favoritos. Así está el panorama hoy. Veremos qué pasa.

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