Hay que reconocer que gracias a la visión internacional e integral que tuvo el presidente García, hoy en día el Perú es un miembro pleno del TPP y no como un país de limitadas posibilidades económicas y de peso político por ende, pues una cosa hubiera sido nuestra participación solo aportando las limitaciones de nuestro mercado y otra es en la actualidad que gracias a que somos miembros fundadores de la Alianza del Pacífico nuestra participación es que aportamos en conjunto al mercado 200 millones de habitantes y una cuarta parte del territorio de la TPP. Ello marca la diferencia. Ahora que vestimos pantalones largos es cuando más se necesita de una política de Estado que trascienda a los futuros gobiernos y que sea el producto de un consenso de todas las fuerzas políticas nacionales, la cual debería estar conformada por partidos políticos, empresariado y fuerza laboral. Con ello se podrán determinar objetivos claros, precisos y efectivos, buscando en todo momento el bienestar nacional que congregue todos los intereses. Partimos en que nuestra nación ya tenía un arancel casi cero a excepción de un 9% del mismo. Por lo tanto, no estamos cediendo gran cosa, pero sí significa que nos podremos beneficiar ampliamente de las nuevas oportunidades en todos los ámbitos del quehacer económico productivo. Significa, además, que como miembros de la Alianza del Pacífico tenemos que consolidar nuestros aportes a la misma a fin de fortalecer nuestra capacidad negociadora y, como ejemplo, en vez de ofrecer un determinado producto por cientos de toneladas, lo podamos hacer por miles de toneladas. Ahí se encuentra lo nuevo.