Las declaraciones del presidente colombiano Gustavo Petro, afirmando que el Perú ha ocupado un territorio que supuestamente pertenece a Colombia, no solo son infundadas, sino profundamente irresponsables. Se trata de un acto de demagogia, oportunismo político y falso patriotismo que busca desviar la atención de la crisis interna que enfrenta su país. Inventar un conflicto territorial para encender ánimos nacionalistas es una vieja receta populista que nunca ha traído buenos resultados.
Incluso en Colombia, las palabras de Petro han sido rechazadas con contundencia. La exvicepresidenta Marta Lucía Ramírez no dudó en calificar la acusación como una “patraña”, señalando que responde a la presión social por las protestas de agricultores que han tomado carreteras.
El presidente colombiano no ha anunciado acciones concretas contra el Perú, pero sus insinuaciones ya han encendido una chispa peligrosa en el ámbito diplomático. Las palabras, sobre todo viniendo de un jefe de Estado, no son inocuas. Agitar fantasmas de conflictos fronterizos, sin base legal ni histórica, pone en riesgo la estabilidad y el respeto mutuo que han caracterizado las relaciones entre ambos países.
Santa Rosa es territorio peruano reconocido por los tratados vigentes, y no hay ninguna controversia formal al respecto. Por ello, resulta clave que nuestras autoridades, sin caer en provocaciones, actúen con firmeza y claridad para desactivar cualquier intento de escalar esta falsa narrativa.