En los últimos 10 años, en el Perú juramentaron siete presidentes, elegidos a través del voto popular o mediante una sucesión amparada en la Constitución como consecuencia de la renuncia o vacancia.

Esa situación de inestabilidad merece una reflexión sobre la clase política que lidera el país y la manera como los ciudadanos nos involucramos en política y elegimos a nuestros presidentes, congresistas, gobernadores y alcaldes. Es un llamado de atención sobre a quién damos el poder y la importancia de elegir autoridades de manera informada y responsable. Luego no vale esconder la mano.

A pesar de la inestabilidad política, los indicadores macroeconómicos se han mantenido estables, aunque debilitados. ¿Cuánto más aguantará la economía? Los factores que explican la estabilidad macroeconómica, como la institucionalidad, meritocracia, solidez técnica e independencia –características de pocas instituciones como el Banco Central de Reserva– deben ser aplicados a lo político para crecer al ritmo que el país necesita para generar empleo.

Hoy el principal problema que enfrentamos es la inseguridad. El crimen organizado, las mafias, extorsiones; todo alimentado por el crecimiento de las economías ilegales debe unir los peruanos para dar soluciones firmes y robustas. Así como sacamos del hoyo a la economía en los noventas, ahora se requieren políticas excepcionales y duras para luchar contra este flagelo que día a día tiene en jaque a los peruanos.

Desde el sector pesquero, esperamos que las nuevas autoridades asuman sus funciones con responsabilidad, poniendo por delante los intereses nacionales. Seguiremos trabajando arduamente por el desarrollo sostenible de nuestro país y la lucha contra la ilegalidad. El Perú no puede parar.

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