Cada inicio de temporada de pesca de anchoveta representa un hito productivo, y nos recuerda el compromiso del sector con un recurso que alimenta al mundo y sostiene a miles de familias peruanas. La pesca es una industria estratégica y un termómetro de sostenibilidad que refleja el rumbo del país.
Según la FAO, el pescado es la proteína animal más eficiente del planeta, requiere 13 veces menos agua que la carne de cerdo, emite hasta 10 veces menos carbono que la de res y tiene una conversión alimenticia mucho más baja. Por ello, es una alternativa clave para alimentar al mundo de forma sostenible.
Esa eficiencia depende de un insumo esencial: la harina y el aceite de pescado, elaborados principalmente en el Perú. Son la base nutricional que impulsa la acuicultura, responsable del 51% de los animales acuáticos destinados al consumo humano.
La industria pesquera peruana cumple un papel determinante. El país lidera la producción mundial de harina y aceite de pescado bajo estándares cada vez más exigentes. En TASA, asumimos ese liderazgo con responsabilidad e impulsamos una transición energética que reduce nuestra huella ambiental sin afectar la eficiencia. Un ejemplo de ello es nuestra planta de Chimbote. El reciente cambio de matriz energética a gas natural disminuyó en 18% las emisiones de CO2, 6,500 toneladas menos por año, equivalente al 3,7% de nuestra huella total.
Hoy, el pescado es la proteína con mayor crecimiento en consumo global, más de 20 kilos por persona al año, y gran parte de ese avance se sustenta en la harina de pescado. En un mundo que busca producir más alimento con menos impacto, la pesca peruana puede demostrar que sostenibilidad y desarrollo conviven. En TASA, esa es nuestra hoja de ruta: asegurar que el mar siga siendo fuente de vida y desarrollo para el Perú y el mundo.




