GF Default - Imported ANS Video id=8fad72e5-655c-428e-943a-9ce73bbf09d3
GF Default - Imported ANS Video id=8fad72e5-655c-428e-943a-9ce73bbf09d3

Víctor Ticona ha entrado por la puerta falsa a la presidencia del JNE. No puede catalogarse de otra manera si se sabe ahora que lo que aparentemente había sido una elección democrática y transparente (triunfo contra José Luis Lecaros 10-7) ha estado contaminada con una serie de componendas y repartijas indignas para un poder del Estado que imparte justicia. Se ha sabido que Ticona, como presidente del PJ, proveyó de autos de casi 50 mil dólares a cada juez supremo para que anden a sus anchas, transiten como reyes y coloquen sus aposentos en asientos de cuero refinado del lujoso vehículo Lexus ES 350 Full equipo. Y, claro, imaginamos que con ello ya era difícil no votar por él. Sí, ellos que cacarean todo el tiempo por falta de recursos, los que se desgañitan reclamando al MEF que les incrementen los presupuestos anuales, esos que se victimizan señalando que están hacinados, que no tienen ventiladores, que por poco y atienden en los baños se irán a sus casas y llegarán al Palacio de Justicia en uno de los autos más caros del mercado. Mientras los litigantes viven los interminables infiernos procesales, se indigestan hasta el vómito tras el último sello, sufren la pesadilla del trámite perpetuo ¿se sentirá tranquilo, en paz con su conciencia el señor Ramiro de Valdivia Cano, el titular interino? ¿Habrá la indispensable placidez en el viaje de César San Martín? ¿Considerará suficiente el aire acondicionado el doctor Vicente Walde? Porque que se sepa, el único que tuvo la decencia de no aceptar el “beneficio” fue Javier Villa Stein, quien precisamente suele ser tildado de fujimorista. Una vergüenza para un país tercermundista que si de algo carece es de justicia. Que el tema se investigue, que reaccione el Congreso, que la ciudadanía los señale. No solo lo que sea corrupción es nauseabundo.