El poder               de la Onagi
El poder de la Onagi

El poder de la jefa de la Oficina Nacional de Gobierno Interior (Onagi), Dacia Escalante, debe ser muy grande como para seguir muy firme en el cargo luego del escándalo desatado en las últimas semanas, en que se ha puesto en evidencia el uso político y electorero de esta entidad, que parece ser la secretaría de movilización del Partido Nacionalista Peruano, fundado por Ollanta Humala y que hoy preside su esposa, Nadine Heredia.

No solo fue la denuncia sobre la forma en que fueron movilizados los gobernadores, con banderas del partido de gobierno en mano, para aplaudir a Humala en el patio de la sede del Poder Ejecutivo tras el fallo de La Haya. También vimos después la débil defensa que sobre este hecho hizo Escalante, la misma que aparece sonriente junto a la señora Heredia el día de su cumpleaños, en una celebración que al parecer obtuvo manos para los aplausos por cuenta de la Onagi.

Pasaron los días y en Correo destapamos que desde el año 2012, y gracias a una resolución directoral firmada por la propia Escalante, la Onagi está facultada a disponer de los premios no recogidos tras los sorteos llevados a cabo por particulares, para repartirlos con "fines sociales" y como les dé la gana, lo cual huele a proselitismo barato hecho con recursos públicos, como ya hemos visto en este gobierno, al que tanto le apesta la corrupción y la sinvergüencería del pasado.

Y mientras el escándalo iba avanzando, los peruanos nos hemos dado con la sorpresa de que la Onagi casi se ha separado del Ministerio del Interior, maneja su propio presupuesto, se mueve por su lado -el del nacionalismo, claro- y casi no depende de la autoridad del titular del sector, tal como sucedía hasta antes del gobierno de Humala, en un contexto en que cada vez hay más voces que piden la desaparición de las anacrónicas e inútiles gobernaciones.

Si el nacionalismo necesita hacer campaña por su fundador Ollanta y su presidenta Nadine, que lo haga con sus propios recursos y no con los de todos los peruanos. Se supone que el humalismo llegó al poder para desterrar las viejas prácticas de la política barata, no para mantenerla y fortalecerla con dependencias todopoderosas como la Onagi.