Mientras el Poder Judicial defiende su autonomía y resiste los embates del Ejecutivo, en su interior ocurren hechos que generan controversia y cuestionan su credibilidad. Uno de los casos más llamativos es el del juez superior Augusto Ruidias Farfán, vinculado en un audio con el destituido juez César Hinostroza, procesado por organización criminal, patrocinio ilegal, negociación incompatible y tráfico de influencias.
Recientemente, Ruidias, juez en Trujillo, logró que la Junta Nacional de Justicia (JNJ) le otorgue una bonificación en un concurso ya finalizado para optar a un cupo como juez supremo. Esta medida fue respaldada por una demanda de amparo que ganó contra la JNJ. La controversia radica en que Ruidias, aprovechando sus vacaciones judiciales, buscó un breve acuartelamiento en el servicio militar para acceder a dicha bonificación. Posteriormente, en febrero, en un contexto de paralización de miles de procesos judiciales, logró que un juez de vacaciones en Trujillo reserve una plaza presupuestada para juez supremo.
Este caso adquiere mayor gravedad si se consideran los antecedentes de Ruidias. Además de su vinculación con Hinostroza Pariachi, enfrentó una propuesta de destitución por el mismo Poder Judicial. Ahora, el sistema judicial se enfrenta a una decisión crucial: mañana se definirá si Ruidias Farfán será designado juez supremo, un cargo que implica una gran responsabilidad y confianza por parte del Estado y la ciudadanía.
El Poder Judicial tiene en sus manos la oportunidad de demostrar que la justicia peruana se rige por principios éticos y meritocráticos. Esperemos que la resolución sea transparente y justa.