A pocos días de la segunda vuelta, sería ingenuo analizar las propuestas del comunismo internacional a partir de las expresadas por la dupla Cerrón-Castillo. La política no camina sola. Las normas constitucionales afianzan o debilitan derechos, libertades y democracia; no es casualidad que dicha dupla proponga una nueva Constitución.

Nuestra Carta Magna contiene derechos fundamentales como derecho a la vida, libertad, propiedad; derechos sociales, como derecho a la salud, seguridad social, educación, trabajo; derechos participativos, como referéndum, iniciativa legislativa, revocatoria de autoridades, etc.

América Latina es depositaria de una corriente constitucional conocida como el “Nuevo Constitucionalismo Latinoamericano” (NCL), que se aprecia esencialmente en tres países; Venezuela, Ecuador y Bolivia. Se caracteriza,   entre otros aspectos, porque a los derechos fundamentales y sociales se le suma un catálogo de derechos que contienen tradiciones, costumbres, corrientes autóctonas, cosmovisiones, versiones vernáculas de  ecologismo,  tan amplios y subjetivos que terminan debilitando el orden constitucional, empoderando a quienes ejercen el control de constitucionalidad (Tribunal Constitucional) y protegiendo al poder político frente a los controles constitucionales, lo que se conoce como populismo constitucional. Esto ha permitido que el Poder Ejecutivo de los tres Estados mencionados hayan concentrado el poder.

En Bolivia, Morales empieza su gobierno en enero de 2006; en marzo del mismo año convoca una Asamblea Constituyente que origina la Constitución de 2009, y gobierna hasta el 2019. En Ecuador, el presidente Correa empieza su gobierno en 2007, se promulga una nueva constitución en el año 2008 y gobierna hasta 2017.  En Venezuela, en 1999, Chávez asume la presidencia, se proclama una nueva Constitución y extiende su mandato, concentra el poder y se reduce la competencia de la Asamblea Nacional. El chavismo mantiene el poder con Maduro. Las tres constituciones se aprobaron a través de un referéndum. Todos estos presidentes extendieron sus mandatos más allá de los plazos por el que fueron elegidos.

En esa línea, Cerrón-Castillo, dentro de un plan continental comunista, proponen una nueva Constitución que les allane el camino para perpetuarse en el poder, en busca de su bienestar y no del pueblo.