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Nos indignamos hasta el tuétano cuando a la señorita Julieta Rodríguez, 22 años, argentina, modelo de reality, se le escuchó decir en un audio privado, que fue difundido sin que ella lo autorizara, que los peruanos somos “indios marginales” y “cholos de m...”. Al día siguiente, la joven fue despedida del programa de televisión en el que participaba, casi inmediatamente se alzaron voces de protesta que pedían su deportación y hasta otros más radicales exigían que sea denunciada penalmente por promover el racismo. Rodríguez, en medio de la polémica, lloró hasta que no le quedaron lágrimas, juro por todos los santos que lo que dijo no era lo que pensaba, que ama a los peruanos, que está agradecida con nuestro país porque le dio trabajo y lo que sucedió fue que alguien le jugó una mala pasada difundiendo el audio de marras por venganza. La historia, por el momento, acabó en la Dirección de Seguridad del Estado de la División de Extranjería, donde la argentina llegó para determinar su estado migratorio. Si no tiene sus papeles en regla, deberá abandonar el Perú, de lo contrario podrá quedarse a pesar de quienes piensen que su mejor castigo debe ser volver a su país con el rabo entre las piernas. Y cómo por estos lares todo puede pasar, no seria raro que la tengamos nuevamente en la pantalla chica haciendo de las suyas. Pero dejemos a la Rodríguez, volvamos a los “indignados” que aparecieron por todos lados a señalarla, para recordarles que hace rato deberían haber salido a darse golpes de pecho, porque ya que hablamos de la televisión, hay racismo y ni siquiera disimulado. Para no ir muy lejos, en los tan populares realities de competencia en los que trabajó hasta hace poco la señorita Rodríguez, hay argentinos, brasileños, rubias con su plata y muchachos con ojos azules, estereotipos asociados con el triunfo y la popularidad. Pero claro, para pasar piola, hay que poner una “negrita”, pero no exageren tampoco. Los mismos que salen a reclamar por lo dicho por Rodríguez celebran las aventuras de la “Paisana Jacinta” y antes lo hicieron con “el negro Mama”, se hacen de la vista gorda cuando en las telenovelas casi siempre el delincuente o es mestizo o afroperuano y si hablamos de la publicidad televisiva, los castings están dirigidos a modelos nórdicos. La lista es larga, la indignación no tiene que ser selectiva, hay mucho por cambiar en la televisión, en la sociedad peruana. No veamos solo la anécdota, miremos el fondo.