Se fue el 2020 y nos dejó un legado de desafíos para el resto de la década. La Covid-19 ya avisó: será duro de matar. Puede transformarse en otras cepas más letales y quizá pueda mutar más allá de lo que la ciencia puede hoy predecir. Y si esto sucede, la economía no podrá retomar la velocidad de crucero porque cada tanto tendrá que ralentizarse con restricciones parciales, cuando no totales. Además ha sido un año de mucho dolor, donde la muerte ha estado cerca o dentro de nuestros hogares, con casi ninguna excepción a nivel planetario.

Sin embargo, para los que lo sobrevivimos, el 2020 ha sido un año de gran aprendizaje. Vamos poco a poco encontrando formas de adaptarnos a los cambios, desde la socialización hasta el uso de tecnología. No todos se adaptarán, pero es eso la vida sobre la Tierra. Y siempre ha sido. La artificialidad de la civilización moderna nos entregó desde finales del siglo pasado, la ilusión de que nos podía mantener aislados de la crueldad de la evolución. Pero nunca fue así. Si algo ha sido permanente en el planeta ha sido el cambio. Habrá que adaptarse una vez más para seguir vigentes. Y hasta ahora, lo venimos logrando.

Estoy convencido que el reto más complicado es el de adaptar la mente. Por eso, nos gana la depresión y la desesperación muchas veces. Y ahí bajamos la guardia. Sin embargo, es donde más fuertes tenemos que estar. Porque el 2021 es un cambio de número pero no significa que atrás quedó todo lo del 2020. Y requerirá continuar la pelea. Nosotros podemos hacerlo. En particular, los peruanos, que nos hemos sabido adaptar a todo. Un gran reto nos sigue esperando por los años venideros y ojalá quienes dirijan el país comprendan que tenemos que reenfocar prioridades y también cambiar desde las cumbres del Estado, así como debemos cambiar desde el llano de la sociedad. Que así sea. ¡Un gran año para todos!

Eugenio D’Medina postula al Congreso por Avanza País.

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