Los peruanos somos campeones para el relajo. La población vacunada solo llega al 21%, es decir, unos 7 millones, de los 33 que somos en total. Hallándose muy lejos siquiera de la mitad de nacionales y extranjeros inoculados en el país, sería grave e irresponsable que se decidiera volver a las clases presenciales en los colegios públicos y privados, a lo largo y ancho del territorio nacional.

El argumento de que las clases virtuales están produciendo consecuencias de impacto en nuestros infantes, niños, adolescentes y jóvenes, en medio de la pandemia, siempre será un motivo secundario cuando de la salud y la vida se trata. Los especialistas siguen encontrando hallazgos en menores que, si bien nos los lleva a altas complicaciones de salud como las respiratorias como sí sucede a los adultos, la realidad está mostrando casos de menores de edad con ciertas complicaciones que podrían agravarse particularmente en menores con obesidad, diabetes y asmáticos.

La mayoría de menores contagiados son asintomáticos lo que sería sumamente riesgoso para los adultos que hasta ahora no han sido vacunados. Me ha llamado la atención una reciente manifestación de padres de familia exigiendo el retorno a las aulas, y lo más sorprendente, exponiendo a sus hijos en la marcha. En México y en Puerto Rico, recientemente han fluido críticas a las pretensiones de volver a la educación presencial, más aún cuando la variante delta, probadamente mucho más contagiosa, comienza a dominar en algunos países de la región.

Con lo anterior, los promotores de las clases presenciales en su persistencia impertinente, ni siquiera están tomando en cuenta, los anuncios por todos los medios y modos, de una inminente tercera ola del Covid-19 en nuestro país, lo que solamente puede leerse como un trágico escenario de más contagiados y más muertos para un país enlutado por esta enfermedad que nos ha cambiado la vida. Solamente cuando hayamos sido vacunados un altísimo número de peruanos, recién podríamos comenzar a pensar en el retorno de nuestros hijos a las escuelas. Cuidado con los riesgos para ellos y para nosotros. Actuemos con sensatez y tranquilidad.