La escena en que el expremier y congresista Guido Bellido abraza a la presidenta del Congreso, María del Carmen Alva, luego que fracasara el intento de censurarla de parte de una facción de Perú Libre ha desnudado la catadura ética y las “convicciones” de determinados personajes de nuestra izquierda que han saltado hasta el techo y echado bilis por la mencionada imagen.

Esta gente, entre ellos la “moderada” ministra de Trabajo y Promoción del Empleo, Betsy Chávez, ha pasado por alto que Bellido sea un impresentable investigado por sus nexos con “Los dinámicos del centro”, además de filoterrorista, machista, misógino y homofóbico, pero no le ha perdonado que se acerque a dar un abrazo a la titular del Congreso.

Para ellos, está bien que “Puka” sea admirador de la terrorista asesina Edith Lagos, que en sus redes sociales haya escrito bajeza tras bajeza contra muchas mujeres y que haya sido uno de los peores jefes de gabinetes de la historia del Perú, pero le ponen la cruz cuando se acerca a Alva, de las filas de Acción Popular, que además es un aliado oficioso del régimen.

Esa es una parte de nuestra izquierda, la que se ha definido como “la reserva moral” del Perú, la que quiere refundar la política, la que se la ha pasado pontificando de decencia. Y pensar que hay gente que sigue creyendo en sus representantes.