GF Default - Imported ANS Video id=8fad72e5-655c-428e-943a-9ce73bbf09d3
GF Default - Imported ANS Video id=8fad72e5-655c-428e-943a-9ce73bbf09d3

Con ministras respondonas y cardenal respondón, la fiesta está asegurada. Al final, la gente se queda con el pleito para ver quién gana y poco o nada aprende del fondo del conflicto. Que si es moral, que si es legal, que si ambos están discutiendo aspectos de una misma situación pero en planos distintos, que cada uno es libre de unirlos, si es coherente o no con lo que cree. Nadie quiere el mal del otro, los dos bandos actúan -se da por supuesto- con la misma sana intencionalidad de hacerle un bien a la gente. Pero la gente terminará con hacer lo que su conciencia le acepte, su conocimiento o ignorancia le aconseje. Como todo buen católico sabe, ni el sacerdote está en facultades de meterse en lo mas íntimo de tu conciencia. Y menos el Estado, naturalmente, porque su obligación llega solo hasta el momento en que debe poner los medios para que las personas decidan con libertad. Este tema, que gira alrededor de los derechos del nonato, que si antes, que si después, es de debate permanente y siempre termina sin conclusión, porque como todos sabemos es un mismo plato que solo cambia de sabor en tanto está aderezado porque el cardenal no tiene buena prensa. Nunca la tuvo, nunca la tendrá. Es un cura respondón, dice cosas que preferíamos no escuchar. Hagamos una apuesta, reemplacemos al cardenal Juan Luis Cipriani con el obispo Luis Bambarén, diría lo mismo porque la doctrina de la Iglesia no va a cambiar porque cambien de vocero. Pero la fiesta no sería tan amena que con un cura respondón. Hagámosle un favor a la gente, no desgastemos energía. Los otomanos estaban cercando Constantinopla mientras los bizantinos discutían cuál es el sexo de los ángeles.

TAGS RELACIONADOS