El siempre útil “fantasma Chile”
El siempre útil “fantasma Chile”

Como el Superagente 86, Ollanta Humala demostró que “el viejo truco” sigue siendo suficiente bueno para usarlo una y otra vez más. Con todo fuera de control y en medio del caos, se encomendó a 99 santos y se le apareció la Virgen.

Y así, milagrosamente, el develamiento periodístico que señalaba un posible nuevo caso de espionaje chileno al Perú, se convirtió en el providencial as bajo la manga que sacó el gobierno para lograr sentar a los líderes de la oposición que lo habían desairado pocos días antes. Porque “levantar” mediáticamente un incidente con un país vecino sigue siendo una receta efectiva y efectista para salvar el cuello a gobernantes ineptos.

Bastó apelar al antichilenismo peruano para que, sin más reflexión, hasta políticos cuajados caigan en las mieles gobiernistas. Y hubo magia. De los medios desaparecieron las denuncias a la primera dama, los delitos imputados a gente cercana a los Humala-Heredia, el nuevo destape de espionaje interno a varios opositores al régimen y hasta el análisis del enroque ministerial para reposicionar personajes en lugares clave como Justicia e Interior de cara a proteger a la pareja presidencial de investigaciones previsibles.

¿Por qué no se acusó a Chile cuando desde abril pasado se conocía del supuesto espionaje? Fácil pues, porque luego de once meses no hay pruebas todavía de que se trate efectivamente de espionaje chileno. ¿Por qué recién se filtra ahora la noticia? Muy conveniente que sea justo cuando el

Presidente y su esposa están acorralados hasta por organismos técnicos como la fiscalía y la unidad de inteligencia financiera. Asimismo, si hubiera real sospecha de que estamos bajo un ataque de la inteligencia chilena, ¿por qué desactivaron la DINI, ente rector de todo el sistema de inteligencia peruano, precisamente ahora? Y la pregunta del millón: si hubo espionaje e indignación, ¿por qué el gobierno lo ocultó por casi un año a los mismos líderes políticos que convocó esta semana para compartirles la “urgencia y la gravedad del hecho”?

El viejo antichilenismo unido a esa teatralización llamada “unidad nacional”, fueron los ingredientes para que la reunión en Palacio fuera irresistible. Entretanto, más allá de la foto, el Perú se puede enrumbar a una nueva colisión diplomática con un país con el que tenemos ya todo cerrado y que confronta por estos días un entredicho con Bolivia. Que la historia sea maestra y que no salga el tiro por la culata sólo para servir de tontos útiles a quienes usan el sentimiento patriótico para validar oscuros propósitos.

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