El reciente acuerdo entre EE.UU. y los talibanes, firmado en Doha, Qatar, que en esencia retira las tropas de Washington en Afganistán, ha puesto coto a una guerra permanente y duradera, cuyo saldo ha sido en casi 20 años, de alrededor de 60 mil muertos, de los cuales unos 2000 fueron soldados estadounidenses. Lo voy a explicar. La guerra de EE.UU. contra Afganistán se inició un mes después de que Al Qaeda, coludido con los talibanes, cometió el más grande atentado terrorista en la historia universal contemporánea: el 11S en Nueva York y Washington, en los centros financiero (Torres Gemelas) y de seguridad y defensa nacional (Pentágono), respectivamente. Herido en su imaginario nacional, EE.UU. en pleno uso de su legítima defensa, cruzó el Atlántico (Operación Libertad Duradera) y derrocó al régimen talibán instalado en Kabul desde 1996. Desde entonces, pasando por las eliminaciones de Osama Bin Laden (2011) y la de Hamza, su hijo (2019), y el lanzamiento de la bomba madre (2017) sobre puntos plagados de terroristas, la recurrencia han sido violencia y muertos. Para la Casa Blanca el acuerdo ha sido la mejor estrategia para frenar la imparable producción de terroristas pues no es un secreto que entre Afganistán y Pakistán, su vecino, cuentan el mayor número de grupos extremistas que operan en el mundo. Trump ha reafirmado el pragmatismo de su política internacional -de paso está más empoderado que nunca mirando las elecciones presidenciales de noviembre- y ya sabemos que en estos delicados asuntos y decisiones ha contado con el total respaldo del núcleo duro del poder real estadounidense. En nuestra región cualquier gobernante sería ampliamente criticado por bajar al llano y firmar -ojo no es un tratado porque EE.UU. no lo ha convenido con el gobierno de Afganistán- un acuerdo con fundamentalistas extremistas. Eso le pasó al gobierno de J.M. Santos en Colombia, salvando las enormes distancias que existen entre las FARC y Al Qaeda. Finalmente, el acuerdo con los talibanes confirma -una lección para los países de nuestra región, con frecuencia monotemáticos- que EE.UU. afronta simultánea e intensamente diversos frentes internacionales, es decir, no solamente el iraní o el venezolano, como algunos erradamente creen.