El hecho de que tengamos 43 agrupaciones políticas inscritas con la intención de participar en las elecciones generales del 2026 tiene mucho que ver con que en el 2021 haya resultado ganador un personaje tan limitado y plagado de dudosos antecedentes como el filosenderista Pedro Castillo, hoy procesado por golpista y corrupción, por el que hasta dos semanas antes de los comicios nadie hubiera apostado ni cuatro soles por su triunfo. “Si este sujeto pudo, por qué yo no”, parecen decir algunos.
Pero hay más. Se debe tener en cuenta que poseer hoy una agrupación política vigente y con representación en el Congreso, es asegurar la estabilidad laboral de los dirigentes con el dinero que por ley les asigna el Estado, pues parte de esos fondos van a parar al bolsillo de los líderes o se maquillan para ser destinados a fines nada claros, incluso para pagar “servicios” brindados por amigos y cercanos. Esto lo saben muy bien, por ejemplo, en Perú Libre y Somos Perú.
Salvo honrosas excepciones de gente que de verdad quiere servir a su país, tengo la seguridad que esta proliferación de partidos tiene que ver también con la experiencia de Ollanta Humala y Nadine Heredia, quienes para sus campañas del 2006 y 2011 recibieron aportes, sin necesidad calificar esto como delito o no, que les cambiaron la vida. Compraron casa, pagaron buenos colegios y se dieron una vida holgada y distinta a la que pudieron tener con la dignísima pensión de un teniente coronel en retiro de nuestro Ejército.
Así no hayan ganado en 2011, ya estaban bien forrados con la plata que les cayó de Brasil y Venezuela, que fue lo que a la larga les valió para ser condenados en primera instancia a 15 años de cárcel por lavado de dinero. Esto sin duda es un “aliciente” para cualquier aventurero de moral laxa que quiera asegurar su futuro con el cuento de que viene a dar todo por el pueblo y a luchar por la igual y la justicia social. En el Perú, ya deberíamos estar curados de estos personajes.
Queda a los electores, luego de tantos fiascos, estar atentos y ver quién es quién en las próximas elecciones. ¿O es que hay algún “inocente” que cree todavía que de buenas a primeras a tanta gente le surgió la vocación “desinteresada” de servir a su patria desde un cargo público? Estoy convencido de que hay gente valiosa y con las mejores intenciones, claro que sí, pero también de que existe una gran mayoría de ese tipo de políticos a los que hace tiempo hemos debido desterrar. Que no nos vuelvan a dar gato por liebre.