La región Piura es otra de las que necesita una atención urgente y diferenciada para reducir la tasa de infectados y de muertos por la pandemia. Es urgente una acción como la que se está llevando a cabo en Loreto, pues hasta ayer tenía tres mil 91 casos reportados y 370 fallecidos, lo que indica que la letalidad es la más alta del Perú, al extremo que el Colegio Médico y la Federación Médica han considerado que estamos ante una catástrofe sanitaria.

Un drama aparte es el de los recién nacidos con problemas de salud, pues el área de Neonatología del Hospital Cayetano Heredia fue cerrada por unos días ante la escasez de ventiladores e incubadoras, a lo que se sumó que muchos de los pediatras fueron afectados por el COVID-19, tal como informamos en Correo Piura desde la semana pasada. Parece que hasta el momento la respuesta del Estado en su conjunto no ha tenido la contundencia necesaria. Y me refiero a “respuesta del Estado en su conjunto” porque eso es lo que hace falta en Piura. El Gobierno Regional y los alcaldes han sido superados por la situación, y Lima no puede decir “ya les di plata y vea lo que hacen”. Acá estamos ante gente que se está muriendo por el colapso del sistema de salud que de por sí ya venía debilitado y cojo tras el Niño costero del verano de 2017, que barrió con parte de la infraestructura que jamás fue recuperada.

Es verdad que hay malos habitantes de Piura que han generado escándalos en medios y redes sociales por hacer colas en Castilla para la compra de cerveza, salir a bailar en la calle el Día de la Madre o agredir a militares y policías, pero hay otros, la gran mayoría, que están sufriendo y necesitan ayuda, más allá de lo que se ha hecho hasta ahora. La empresa privada, por su parte, también puede hacer lo suyo con mayor contundencia, tal como se ha visto en el caso de Loreto.

La región Piura también está sufriendo por falta de balones de oxígeno destinados a los pacientes de coronavirus. Si no se hace algo a tiempo, el drama podría ser mucho mayor, tanto para la población como para los propios médicos infectados. Hace solo tres años los piuranos padecieron una descomunal inundación y ahora están a merced de una pandemia que debe ser afrontada por todos, comenzando por el Poder Ejecutivo.