El Jurado Nacional de Elecciones ha publicado recientemente el cronograma oficial para las elecciones generales que se llevarán a cabo en el 2026. No obstante, se observa una cantidad considerable de organizaciones y partidos políticos inscritos, superando el medio centenar. Este hecho genera preocupación por diversas razones. En primer lugar, la atomización del voto electoral podría resultar en una dispersión tal que ningún partido o agrupación logre superar el 10% en la primera vuelta, lo cual pondría en riesgo la representatividad y, por ende, la estabilidad y gobernabilidad.

En segundo lugar, surge la dificultad para los electores al tener que manejar múltiples cédulas de votación y buscar información en formatos extensos para emitir un voto informado y democrático. Además, se prevé que la etapa de sufragio y el proceso de escrutinio serán prolongados, confusos y problemáticos. A pesar de que la ONPE ha anunciado la ampliación del número de mesas y del horario de la jornada electoral, la tendencia de participación de la población en los actos de votación ha mostrado una baja asistencia en los últimos años.

Este escenario enciende alarmas sobre la fiabilidad del proceso electoral y la idoneidad de las medidas a implementarse. Cabe recordar que el último proceso electoral fue objeto de cuestionamientos hacia las autoridades electorales. Si bien es cierto que se ha extendido el periodo para la conformación de alianzas electorales y se ha limitado el incremento de la valla electoral por alianza, la situación actual sigue siendo compleja. Finalmente, esta situación es consecuencia de las reformas emprendidas por Vizcarra y su “Comisión de Alto Nivel” que en lugar de mejorar, empeoraron el sistema electoral, quizás, fue adrede.