El expremier Aníbal Torres se ha salido con la suya. Sus discursos de odio, resentimiento y división entre peruanos en su empeño por defender al inepto y corrupto de Pedro Castillo, han dado resultado. Tenemos un país en llamas, con muertos, heridos, pérdidas millonarias y en gran parte con actividades económicas paralizadas, mientras este sujeto goza de libertad y se da el lujo de llamar “asesinos” a un grupo de reporteros.

Es el hombre que decía que correrían “ríos de sangre”, el que admiraba al asesino de Adolfo Hitler, el que llamó “miserable” a un cura que trató de buscar el diálogo, el que faltó el respeto a una periodista por presentar un informe sobre promesas incumplidas en la gestión de Castillo, la que pasará a la historia como la peor que hemos tenido en 200 años de historia. ¿Acaso quería que aplaudan al régimen de los ministros que duraban apenas unos días?

Torres también fue uno de los sujetos que estuvo al lado de Castillo cuando dio ese mamarracho de golpe de Estado que terminó adelantando su ingreso a un penal. Es imposible que el limitado del profesor que apenas podía expresarse hablando, haya al menos escrito ese discurso que leyó ante el país mientras le temblaban las manos. Sin duda el expremier tiene mucha suerte de no estar en un penal mientras duran las investigaciones.

Pero lo peor de todo es que lo que hizo Torres estuvo destinado a blindar a quien según el Ministerio Público es un descomunal corrupto, un sujeto que cobrada por dar ascensos y cargos públicos, un impresentable que llegó al poder con su familia, sus paisanos y amigotes para levantarse el peso todo lo que tuvieran por delante antes de que los pesquen, cosa que finalmente sucedió gracias, en parte, al trabajo de la prensa que tanto detestan.

Castillo y Torres son quizá los peores personajes que la política ha dado al Perú en las últimas décadas. Su paso por el poder ha sido nefasto y deja en claro que hay que trabajar mucho por la educación en el país, para que la gente no se deje llevar por las farsas que destilaba esta dupla. En el caso del expremier, triste final para quien por años gozó de algún prestigio como abogado y docente universitario. Un fiasco.

Castillo y Torres son quizá los peores personajes que la política ha dado al Perú en las últimas décadas



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