La palabra fragmentación es la primera lectura de los resultados congresales 2020. La segunda podría serlo -como bien lo ha dicho Juan de la Puente- “vacío de poder”, esa sensación de desconcierto, de desorientación, de quien busca ir al cine a las tres de la mañana yde aquellosque con una irresponsable vocación lúdica catapultaron al Frepap vía Facebook en Lima.Lo que busco desarrollar aquí, bajo la tiranía del espacio, es el tercer concepto: La teoría del fracaso. ¿De quién? De quienes impulsaron el mamarracho de una elección abúlica y a la que nadie quería asistir porque no estaba en los planes de nadie; los comicios entenados que el gobierno de Vizcarra impulsó con afanes protervos y garabateando lasentrelíneas de la Constitución. A partir de ahora, no se quejen. Me refiero a Vizcarra, Zeballos, Verónika, Guzmán, Del Solar, Costa, De Belaunde y un largo etcétera que incluye a opinólogos, periodistas, tuiteros, ciudadanos, caviares y a todo aquel que avaló la tesis fraudulenta y políticamente correcta de que había que poner fin a este Parlamento de truhanes y malhechores, y que esta feria de indecencia no podía tener su carpa abierta hasta el 2021. Lo que viene será peor y, si no, auscultemos el futuro. Se libraron delAPRA y Solidaridad, ¡felicitaciones!, ¡aleluya!, y paramos de contar. Ahora se vislumbra en elhorizonte un archipiélago de voluntades particulares y un entramado de ideologías disímiles y contrapuestas difíciles de consensuar. Es el triunfo del plato callejero de Los 7 colores. ¿Se puede perfilar el enfoque de género con 15 fundamentalistas del Frepap? ¿Se han olvidado que tras el Podemos de Urresti está la sombra omnisciente de José Luna Gálvez? Las reformas políticas y la elección del TC, ¿serán posibles con 14 ultrarradicales antauristas de UPP? ¿No es acaso que Fuerza Popular (12) superó a la insulsa centro izquierda del Partido Morado (10) y a la más ultra del Frente Amplio (10)? ¿Le gustará a Vizcarra que Virgilio Acuña hable de fusilarlo por corrupto? Los que cogieron sable y escudo para defender esta elección siguen parados en la arena. Ha acabado la batalla, pero lucen confundidos, preguntándose: ¿Realmente ganamos?