¿Qué convierte a una estrella de la industria del entretenimiento en un ícono de la cultura popular? ¿Qué es lo que debe tener una artista para trascender generaciones y fronteras? Además del talento, la popularidad y el carisma, hay un elemento vital que debe poseer esa figura para conseguirlo, y es la identificación que debe lograr en la sociedad.

Esa empatía con la gente es invalorable, lo consiguen muy pocos, una de ellas fue Raffaella Carrá, fallecida el pasado martes a los 78 años en Roma. Debajo de esa cabellera rubia que la hacía parecer inofensiva, la diva italiana siempre demostró todo lo contrario, era inteligente, sabía lo que quería en su carrera y en su vida.

Al ritmo de sus canciones, por ejemplo, empezó a plantear historias en las que la mujer podía decidir sobre su sexualidad, algo raro en los setenta y ochenta en la música que llegaba a América Latina. Antes del desenfado de Madonna y de su heredera Lady Gaga, la Carrá cantaba que: “sin amantes esta vida es infernal” o “por las noches me despierto abrazada a la almohada y con deseos de amar”.

La estrella se convirtió en un referente para las mujeres, y no solo en lo artístico, también como símbolo de una mujer independiente que amaba sin límites y triunfaba por ella misma. Fue un ícono en la moda, el baile, la conducción televisiva, y para la comunidad gay todo una inspiración, a quienes visibilizó con su tema “Lucas”. La Carrá se metió en los hogares con su música y seguía vigente, aunque hace muchos años había dejado de grabar discos y solo veíamos en nuestra televisión formatos que ella había inspirado.

El mito italiano se fue a los 78 sin una pizca de botox, luciendo orgullosa sus arrugas y presumiendo que se llevaba tan bien con su expareja y compositor que él vivía en el departamento de al lado y su compañero actual vivía en el piso de arriba, “Cada uno en su casa, así nos llevamos bien”, repetía. Y precisamente Sergio Japino, quien estuvo con la estrella hasta el último momento fue el que comunicó su partida: “”Raffaella nos ha dejado. Se ha ido a un mundo mejor, donde su humanidad, su inconfundible risa y su extraordinario talento permanecerán para siempre”.