No se aplana la curva de infectados y el confinamiento ha sido prolongado por dos semanas más. La información llega de todos lados, especialmente de las redes sociales, y puede ser aterradora con el enorme riesgo de que sea falsa. Nadie quiere páginas plagadas de trolls que atacan y difunden mensajes dudosos o de propaganda política. La información tiene gran valor en este momento de sacrificio y también para extraer lecciones que inspiren las futuras políticas públicas a ser implementadas o exigidas. Este valor está ligado a la correcta observación de lo que estamos viviendo. Cuando corremos peligro de vida o muerte, replanteamos el sentido de lo importante y lo prioritario. Tenemos derecho a la noticia seria y certera.

Felizmente la audiencia de los medios tradicionales crece en detrimento de las redes sociales más vulnerables a los múltiples intereses políticos y económicos. Importante que nuestro sistema mediático se abra a las opiniones diferentes y hasta discrepantes con las decisiones del Ejecutivo, que no debería estar solo ante esta inmensa responsabilidad política y social.

Nadie puede considerar enemigo o adversario a quien está en desacuerdo con alguna medida del gobierno. La duda o la discrepancia importan. Por eso es esencial el control fiscalizador del Legislativo. Muy bien su Pleno selectivo de 70 congresistas para responder a las expectativas de ser el contrapeso político en momentos en que millones de peruanos reclaman acción y dinero gubernamental. Vizcarra enfrenta como puede la informalidad, la indisciplina y la poca solidaridad, pero las repercusiones económicas, comerciales y financieras ya están aquí. Es una prueba de supervivencia que pone en jaque al Estado y en especial al Congreso que sin tiempo y en cuarentena, debe tener presencia, fiscalizar al Ejecutivo, exigir agua para los que no la tienen y el presupuesto indispensable para que esto no sea una masacre para los más pobres.