Juan Cadillo, el hasta poco ministro de Educación, dejó el cargo luego de recibir un mensaje de WhatsApp en el que se le agradecía por los servicios prestados. El mismo Cadillo lo ha contado el último fin de semana a los medios. Es un signo de estos tiempos en los que el gobierno de Pedro Castillo hace política desde mensajes erráticos y difusos en las redes sociales, en medio de posiciones inciertas cada tanto.

¿Por qué sacó Castillo a Juan Cadillo, uno de los 50 mejores profesores del mundo, según The Global Teacher Prize 2017, y quien lo apoyó en su campaña de segunda vuelta electoral? El exministro de Educación tampoco lo sabe a ciencia cierta, y aunque no ha dado muestras de fastidio por el despido intempestivo y poco afortunado, lo cierto es que la forma en que ha sido cambiado del alto cargo ministerial deja mucho que desear y resulta indignante. ¿A través de un mensaje de WhatsApp, presidente? ¿Qué nueva especie de maltrato es ese? ¿No merecía, el virtuoso maestro, un trato más decoroso? ¿No merecía acaso un poco más de respeto aquel que lo ayudó a adecentar su magro equipo técnico en la segunda vuelta?

Lo que pasa es que Cadillo no era del todo querido por la facción de profesores que promueve Pedro Castillo. Sí, hablamos de la Federación Nacional de Trabajadores de Educación (Fenate), que tiene una disputa hoy con el Sutep de Patria Roja para imponer su fuerza gremial en el magisterio, con el telón de fondo de la famosa Derrama Magisterial. Cadillo, pues, no era funcional a los intereses del Fenate, que pedía, entre otras cosas, un nombramiento inmediato de docentes.

Pedro Castillo ahora ha puesto en el ministerio, justamente, a alguien más afín a esos intereses. Pero lo ha hecho sin dar la cara, escondiéndola detrás de un mensaje ínfimo de WhatsApp.

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