Si en los últimos 20 años hemos ido teniendo un Congreso peor que el anterior, habría que ponernos a pensar qué clase de constituyentes podríamos tener en el supuesto negado que la izquierda logre imponerse a punta de pedradas y tomas de carreteras, y se salga con la suya a pesar de que en este momento no tienen ni mayoría simple en el Poder Legislativo.

Es fácil pensar que no se podría elegir nada peor a aquello que tenemos hoy frente a la Plaza Bolívar, donde hemos visto violadores, maltratadores de mujeres, terroristas reciclados, tránsfugas vendidos por un plato de lentejas, chavistas, profesores jalados en evaluaciones muy simples y demás perlas, sin embargo, siempre el ciudadano peruano puede dispararse a los pies con más fuerza.

Lo grave es que hora, esta gente de película de terror no estaría dedicada a hacer leyes ordinarias que podrían ser fácilmente derogadas, sino a elaborar una Constitución que en teoría tendría que durar por muchos años. Sin duda se trataría de un mamarracho histórico como el que hicieron hace poco en Chile y que tuvieron que mandar al tacho a través de una consulta popular.

Una asamblea constituyente tendría que ser asumida con responsabilidad tanto por las agrupaciones políticas que proponen candidatos como por los ciudadanos que los eligen. Lamentablemente nada de eso hemos visto en las últimas décadas ante cada proceso electoral. Sería inocente creer que eso podría suceder en el futuro inmediato.