Una total falta de respeto a los afectados con los alimentos no aptos para el consumo humano que ha repartido el programa Qali Warma, que el gobierno de Dina Boluarte haya al menos barajando la posibilidad de mandar como embajador en el Vaticano al chamuscado exministro de Desarrollo e Inclusión Social (MIDIS), Julio Demartini, quien tiene que responder ante la justicia por esos hechos y asumir su responsabilidad política en este escándalo de corrupción que ha dañado a los más vulnerables de entre los vulnerables.
Cero empatía del Poder Ejecutivo con los niños y jóvenes a los que dieron carne de caballo y alimentos podridos como producto de una confabulación pestilente entre malos funcionarios públicos y empresarios mafiosos; y también con los padres de esos menores de edad que confiados enviaban a sus hijos al colegio con la tranquilidad de que el Estado les estaría brindando alimentos saludables y de calidad, cuando en realidad era todo lo contrario, lo que servía para que algunos se llenen los bolsillos.
Cómo decirle ahora a esos padres, que el responsable al menos político de todo eso, el que ha tenido que ser echado del gabinete por la presión que este escándalo que ha generado a su vez a una investigación del Ministerio Público, alistaba maletas para irse a Roma, y que ahora su exilio dorado ha quedado en suspenso temporalmente solo porque el Ministerio Público ha pedido su impedimento de salida del país mientras es investigado por el tremendo lío en que está metido y que ha afectado a menores en situación de pobreza.
Además, la presidenta Boluarte; el premier Gustavo Adrianzén, quien inicialmente se mostró muy entusiasmado con la eventual misión diplomática del exministro; y el titular de Relaciones Exteriores, Elmer Schialer, han estado dispuestos a exponer al Perú a un papelón internacional, si es que la Santa Sede decidía no dar su aprobación a la llegada de Demartini a la embajada peruana, a causa de los dudosos antecedentes que presentaba, más allá del pedido de impedimento de salida del país que se presentó después.
Por qué tanto empeño inicial en darle un “premio” a Demartini, cuando estoy seguro que cualquier otra persona, diplomática de carrera o no, podría hacer un excelente papel como embajador en el Vaticano. ¿Acaso sabe algo de la gestión de la hoy mandataria al frente del MIDIS durante el gobierno del sinvergüenza de Pedro Castillo? Por ahora, sería bueno saber si el Poder Ejecutivo insistirá en mandar al exfuncionario a Roma aún si el Poder Judicial no acepta el pedido de impedimento de salida del país.