Gran parte de la población todavía no lo advierte, pero ya empezó la disputa electoral por la Presidencia de la República y, conforme pasen los días, esta echará chispas.

Por ejemplo, los encontrones, cada vez más furiosos, entre Ollanta Humala y Alan García no son gratuitos, tienen como última estancia Palacio de Gobierno y ambos evidencian que para ellos el fin político justifica los medios. La Megacomisión y sus derivados solo es un buen pretexto para lanzarse dardos.

Ollanta no podrá buscar la reelección, sin embargo todo hace suponer que moverá cielo y tierra para hacerle espacio de candidata a su esposa -que tampoco podría postular- o a algún aliado político.

Cualquier posibilidad de gobierno será válida con tal de cerrarle el paso a un famélico de poder como Alan García, que literalmente ha cogido una ametralladora para responder sin medida ni clemencia las arremetidas del Mandatario y de la misma Primera Dama y mandamás del Partido Nacionalista.

Del otro lado anda Keiko Fujimori que, aunque silenciosa -"muertita", como dicen algunos-, no se despega del primer lugar de las preferencias de voto, según todas las encuestas. Eso sí, las pocas veces que interviene lo hace para refutar los argumentos de Ollanta y dejar si piso al líder aprista.

El propio Mario Vargas Llosa, consabido enemigo público de Alberto Fujimori, habla de sus simpatías por Nadine Heredia como aspirante a la Presidencia y esto es un síntoma más de que ya se prendió la mecha de la campaña electoral 2016 y no han de faltar más improntas y el fuego cruzado tan tradicional de nuestra política.