El Gobierno mexicano confirmó ayer que le otorgó asilo político a la exprimera dama Lilia Paredes y sus hijos. Esto va a tono con los deseos del presidente de ese país, Andrés Manuel López Obrador, quien hace unos días dijo que “México tiene las puertas abiertas para Pedro Castillo, su familia y todos los que se sientan perseguidos en el Perú”. El asunto es que Castillo y si esposa no son perseguidos políticos. Tienen investigaciones fiscales por pertenecer a una organización criminal.
Pese a que ayer el Poder Judicial anuló las restricciones impuestas a Lilia Paredes ya que la resolución “presenta defecto estructural o vicio de motivación insubsanable”, hay claras señales que la exprimera dama estuvo vinculada a presuntos actos de corrupción en Palacio de Gobierno y tiene que saberse toda la verdad.
En los últimos días el presidente mexicano y otros jefes de Estado de América Latina han dado mensajes que no se ajustan a nuestra realidad, victimizando a personas que, por lo menos, deben dar la cara a la justicia peruana. Esta es una injerencia política que nuestro Gobierno debe rechazar.
No se puede aceptar tantas imprecisiones -por no decir mentiras- que con total irresponsabilidad expresan para defender a Pedro Castillo, quien está donde está por intentar romper el orden democrático y no porque es “de la sierra y pobre”, como sostienen. Eso solo sirve para la propaganda política de gobiernos izquierdistas, pero no para que en el país haya justicia. Recuerden que la impunidad solo alienta el delito.