Si los peruanos ya teníamos muchas razones para estar preocupados por la inseguridad en las calles, ahora se suma una adicional: el darnos cuenta que las principales autoridades del país y con responsabilidad en hacer frente a la ola de criminalidad como son un ministro de Estado y el gobernador de la región La Libertad –la más violenta del país– viven en una realidad paralela que les impide ver que en sus propias narices están robando, matando, extorsionando, disparando a buses y secuestrando.
El primero en hacer un papelón y de paso dejar al gobierno por los suelos, ha sido el ministro del Ambiente, Juan Carlos Castro, quien alejado de la realidad y carente de empatía con el asaltado, extorsionado, robado y con quien ha tenido que ver morir a un ser querido en manos de un sicario, ha dicho que la gente del condominio donde vive sale con tranquilidad y sin temor a la delincuencia. Parece que este caballero no participa en los consejos de ministros donde, se supone, se ven cifras del avance de la criminalidad.
Para colmo, ayer Canal N se dio el trabajo de hablar con los vecinos y recorrer la zona de Chorrillos por donde vive el ministro Castro. Allí todos coincidieron en señalar que lo que dice el miembro del gabinete del premier Gustavo Adrianzén es falso, pues nadie anda tranquilo debido a la cantidad de robos que hay en el sector. Hace poco nomás, un vehículo de transporte público fue baleado por extorsionadores para exigir el pago de cupos. Sí, todo tranquilo en el barrio, ¿no?
Otro que vive en una dimensión desconocida es César Acuña, el gobernador de La Libertad, la región con más extorsiones y asesinatos después de Lima, quien ha dicho que “Trujillo es tranquilo”. Incluso ha invitado a inversionistas a que vayan a poner su dinero en esa convulsionada ciudad donde a diario ponen explosivos en las puertas de los negocios para exigir plata a comerciantes y emprendedores. Quizá por andar tanto de vacaciones o de licencia, el dueño de APP no se da cuenta de lo que pasa a la vuelta de su oficina.
Frente a autoridades con ese nivel de desconexión de la realidad, qué podemos esperar los ciudadanos. Qué medidas contra el crimen van a tomar aquellos que creen que acá no pasa nada, que vivimos en el país de las maravillas, y que con sus palabras en la práctica se están burlando de la gente que cualquier día puede resultar ametrallada con su hijo en brazos, luego de sentarse en el asiento de un ómnibus para regresar a la casa luego de un día familiar. ¿Qué hacemos con esta gente? ¿De dónde salieron ese ministro y ese gobernador?