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La selección peruana de fútbol logró, tras 44 años, pasar a una final de la Copa América, convirtiéndonos en subcampeones del torneo. Este mismo grupo nos llevó a un mundial de fútbol luego de 36 años.

Tenemos que destacar de este equipo, precisamente, que es un equipo. No priman los individualismos, sino que se prefiere lo colectivo, el engranaje. La suma de esfuerzos los ha llevado a resultados favorables, para alegría de todos.

Esta lección de humildad, trabajo, solidaridad, tendríamos que trasladarla a nuestra sociedad. Se requiere fortalecer las capacidades individuales de los trabajadores, sí, pero también su organización solidaria: los sindicatos. El trabajo de estas organizaciones no puede ni debe ser menor.

Es necesario pensar como ciudadanos lo que queremos ser como sociedad, trabajar con lo que nos une y procesar de manera civilizada nuestras diferencias políticas, económicas y religiosas, sin caer en la discriminación y/o exclusión.

Hoy, que se discute la reforma política, insistimos en la importancia de los movimientos y partidos regionales y un trato igualitario hacia ellos; el peso de la presencia y participación política de las mujeres y sus organizaciones sociales; la necesidad de la voz y ejercicio de derechos de las comunidades campesinas, habitualmente excluidas. Sacar adelante esta reforma política vuelve indispensable priorizar lo colectivo sobre lo individual.

La actividad política tiene como objetivo principal resolver los problemas de la sociedad; por ello, necesita ser una actividad organizada colectivamente, para detectar la naturaleza de los problemas sociales, desarrollar propuestas de solución; corregir errores, rectificar y avanzar en el proceso de mejora.

Una gran lección nos deja la selección peruana de fútbol: eligió jugar en equipo y hoy aplaudimos su gran desempeño y el título de subcampeones que todos disfrutamos.