Nadie duda que el Perú atraviesa uno de los momentos más difíciles de su historia republicana con notable inestabilidad política, recesión económica y sucesivos cambios de presidentes en el último quinquenio. La inversión privada ha disminuido dramáticamente y el desencanto de la población de nuestros políticos es una realidad. Tenemos una oposición fragmentada que en sus extremos se dedica a las críticas e  violentas para hacer caer al gobierno. Dina Boluarte está bajo fuego desde que comenzó su mandato constitucional, quienes quieren que salga de palacio no plantean ni soluciones ni posibilidades. Se acerca el aniversario patrio sin luz al final del túnel. La idea de un gabinete de unidad nacional es una gran opción para estabilizar el país. Lograrlo requiere superar desafíos y conseguir un alto nivel de cooperación política. La presidenta rodeada de un equipo solvente debería intentarlo, aunque parezca difícil. El contexto de crisis es innegable, la inseguridad y la salud pública están en niveles de amenaza para todos. Nadie puede negar la necesidad de unir fuerzas políticas diversas para enfrentar problemas graves. Se requiere voluntad política de los líderes de los principales partidos políticos que deberían estar dispuestos a colaborar y poner de lado las diferencias. Boluarte debe mantenerse hasta el 2026 sin dramas. La única forma es apelar a un alto nivel de consenso y compromiso con el país. A empezar por el respaldo del Congreso con una mayoría dispuesta a aceptar una agenda mínima a debatirse como solución viable y deseable. La presión mediática y social puede jugar un papel importante para la unidad con el objetivo supremo de rescatar el país del declive institucional. La presidenta podría convocar y tender los puentes con los líderes más reconocidos del Congreso, antes de 28 de julio. Urgente.

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