Tomando prestadas las palabras del escritor y diplomático guatemalteco Miguel A. Asturias, -palabras que figuran en su obra Leyendas de Guatemala- “se iba apagando el día entre las piedras húmedas de la ciudad, a sorbos, como se consume el fuego en la ceniza”, y nos enteramos de un nuevo escándalo congresal. Se iba acabando un año que no ha sido nada ventajoso para nuestro Congreso y, anunciamos con honda pena -para quiénes defendemos con inquebrantable firmeza la institucionalidad parlamentaria- que, brota de las entrañas de nuestro deteriorado Congreso, un nuevo escándalo: Una presunta red de prostitución y proxenetismo tendría sede en nuestra honorable cámara legislativa. ¡Qué vergonzoso! Imitando a un movimiento telúrico de gran envergadura, una noticia de estas características, resquebraja las columnas de nuestro Congreso. ¡Es inadmisible que algo así ocurra! Congresistas y burócratas involucrados en contrataciones irregulares, el salvaje asesinato de Andrea Vidal Gómez, extrabajadora del Congreso; las declaraciones de Jorge Torres Saravia, exjefe de la oficina legal del Congreso; y un extenso manto de sospechas, conducen a pensar que “la brújula moral” de las personas no encuentran el norte. Sobre esto último, recordarán nuestros distinguidos lectores que en la película postapocalíptica Mad Max (2015), “la brújula” de perseguidores y perseguidos que ingresan en una furiosa tormenta de arena donde mueren muchos y otros se libran, se arruina. Esperemos que al final de esta tormenta ocurrida en nuestro órgano legislativo, “la brújula” encuentre el norte y la imagen de la institución del Congreso, no se vea desfigurada por agentes internos irresponsables e inmorales.