La pandemia continúa afectando a los estudiantes con problemas no resueltos en el ámbito educativo. La enseñanza en línea ha dejado vacíos significativos en el aprendizaje, especialmente en áreas como matemáticas e idiomas, incluso a niveles universitarios. Este déficit de aprendizaje ha dificultado el progreso académico de los estudiantes. Además, se ha registrado un incremento notable en los problemas de salud mental como ansiedad y depresión, exacerbados por la falta de interacción social, la incertidumbre sobre el futuro y el cambio en las rutinas diarias.

A pesar de la adopción de tecnologías educativas durante la pandemia, como la enseñanza en línea, la falta de capacitación adecuada para los docentes y la inadecuada adaptación de los recursos escolares han generado desmotivación y desconexión por parte de los estudiantes. La transición a la “normalidad” escolar tradicional sigue siendo un desafío, con estudiantes que enfrentan dificultades para concentrarse en clase, interactuar con sus compañeros y seguir  rutinas.

Es preocupante que el sistema educativo no haya realizado ajustes significativos en el currículo, los horarios escolares y las expectativas hacia los docentes, como si la pandemia y el aprendizaje a distancia no hubieran tenido un impacto duradero. Esta falta de adaptación refleja una priorización de la comodidad del sistema sobre las necesidades reales de los estudiantes. El costo de esta negligencia recae en los niños y en la sociedad en su conjunto, y es probable que continúe afectando durante muchos años más si no se abordan estos problemas de manera efectiva.

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