Qué lamentable y patético que la presidenta de México, la izquierdista Claudia Sheinbaum, insista en defender al golpista y ladrón de Pedro Castillo, bien preso en la Diroes en espera de sus sentencias que lo dejarán varios años en la sombra, y que se deje sorprender por un charlatán como el abogado argentino Guido Croxatto, a quien la gobernante presentó el jueves último en sus redes sociales como el que “encabeza en Perú la causa justa de la defensa” del exmandatario, cuando acá a ese señor nadie lo ha visto en las audiencias.
Más bien, si ese caballero es tan bueno, que venga a Lima por alguna vez y asesore a los múltiples abogados peruanos que tiene Castillo, los cuales solo han servido para presentar todo tipo de recursos –en realidad unos tremendos mamarrachos–, que buscan liberar a su cliente de sus procesos o al menos permitirle que lo haga en libertad, y que han sido rechazados uno tras otro por el Poder Judicial que la tiene bien clara como la mayoría de peruanos que vimos el golpe de Estado por televisión y en cadena nacional.
Sheinbaum es una “excelente” alumna de su antecesor, Andrés Manuel López Obrador, ese pobre señor que sigue afirmando que Castillo es presidente a pesar de que lleva dos años preso por golpista y casi seguro ladrón, y que estaba dispuesto a darle asilo cuando el único lugar que le correspondía era el que ocupa ahora: una celda en espera del juicio oral por haberse tratado de adueñar del país e imponernos una nueva Constitución para perpetuarse en el cargo y no responder por los casos de corrupción que ya lo tenían cercado.
Bueno, qué se puede esperar de una señora que no invitó a su toma de mando al rey de España Felipe VI porque exigía al monarca que antes pida disculpas… por la conquista de lo que hoy es México; y no asistió a la Cumbre de Líderes de APEC 2024 en Lima porque considera que Dina Boluarte es una usurpadora, cuando la actual mandataria, a quien se le puede criticar por mucho y con razón, es una gobernante absolutamente legítima por haber sido elegida en la misma plancha que Castillo. ¿Quién querían que asuma tras la vacancia del golpista? ¿Agüero? ¿Bermejo? ¿Portalatino?
La presidenta mexicana vive en otra realidad, está cegada por la ideología. Hasta un personaje tan lamentable y nefasto como el mandatario colombiano Gustavo Petro, ha mostrado su intención de normalizar las relaciones diplomáticas con el Perú, deterioradas por el inicial respaldo que Bogotá mostró al golpista peruano. Sin embargo, la ahijada de López Obrador sigue allí, dando lástima y dejando por los suelos a su maravilloso país que cometió el inmenso error de elegirla.