Esperando a los bárbaros (1904) es un poema del griego Constantino Cavafis. El poema menciona la inminente llegada de los bárbaros al poder. Por eso ese día, el Senado no legisla, el emperador espera en el trono, los oradores no dan discursos y el pueblo espera impaciente. En el poema de Cavafis, los bárbaros no anuncian su llegada, pues desde la frontera se da el mensaje que no existen más bárbaros. En el Perú de hoy, ocurre lo contrario: “Los bárbaros anuncian con estruendos que están presentes, que la mentalidad barbárica se multiplica, que reinan hoy sus métodos, sus discursos y sus formas”. Un grupo minúsculo de actores sin logros significativos que, entre ellos, elogiándose mutuamente, han descubierto su superioridad moral, se autoimponen el deber de menospreciar a la institución policial y denigrarlos públicamente con lenguaje virulento. ¡Estos vociferadores seriales sin ideas, también son esos bárbaros! Desde un socialismo edulcorado, los intelectuales de siempre, con un supuesto lenguaje científico e imparcial, justifican la violencia, reducen la gravedad de los hechos y acusan sin piedad a los policías, que son los que exponen su vida para garantizar la institucionalidad, defender los bienes públicos y devolver la tranquilidad interior. ¡Estos precarios intelectuales, ávidos de reconocimiento público, también son esos bárbaros! Por último, un sector reducido de universitarios y ciudadanos en general, que han suprimido la capacidad crítica de pensar y que sus esperanzas están puestas en desencadenar la ira acumulada, dirigen sus ataques hacia la policía. ¡Estos raquíticos intelectuales, desestabilizadores de profesión y antisistema, también son esos bárbaros!