La salud pública en el país es en líneas generales un desastre, pero parece que el gobierno de Dina Boluarte está empeñado en que la cosa siga igual. De otro modo no se entiende que ayer domingo se haya formalizado el nombramiento como presidente ejecutivo de EsSalud del médico Segundo Cecilio Acho Mego, quien venía arrastrando cuestionamientos tras su paso por el hospital Cayetano Heredia como director adjunto.

Quizá el mayor “mérito” de este profesional sea mantener amistad con el ministro de Salud, César Vásquez, la cuota de Alianza para el Progreso (APP), de propiedad de César Acuña, en el gobierno, una “carta” similar a la mostrada por Constantino Vila, quien hace dos semanas fue destituido a las pocas horas de su nombramiento debido a una requisitoria vigente.

¿Por qué la presidenta Boluarte y su ministro Daniel Maurate, titular de Trabajo y Promoción del Empleo, sector al que pertenece EsSalud, están tan empeñados en poner dicha institución en manos de allegados del partido de Acuña y Vásquez? ¿Qué puede aportar alguien cercano a APP a una institución que se cae a pedazos y que da una pésima atención a los asegurados?

El gobierno debería entender que al poner una institución en manos de gente dudosa, está jugando con la vida y la salud de millones de personas que merecen el trato digno de un Estado que debería ser al menos medianamente responsable en los nombramientos claves, en lugar de estar dando espacio a los amigos y a los socios políticos. ¿A cambio de qué es todo esto?

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