¿De verdad alguien cree que con reorganizar la Comisión de Ética del Congreso se terminan los problemas de imagen de este poder del Estado? ¿Quién puede asegurar que aquello que funcionó tan mal en los primeros tres años de gestión parlamentaria se corregirá en los dos últimos? ¿Habrá bancada que permita que se sancione a alguno de sus miembros ahora que cada voto cuenta y resultará estratégico para elegir a la nueva Mesa Directiva del Parlamento, definir la aprobación de un gabinete o la censura de un ministro? Lo que ha ocurrido esta semana ha sido una vuelta a la vieja fórmula gatopardista de hacer como que se opera un cambio importante para que, en realidad, nada cambie.

Por tanto, mal haríamos en darnos por bien servidos o confiar en que, ahora sí, los políticos dejarán de defraudar nuestras expectativas. Esta semana se demostró que el "sistema" por el cual una comisión sanciona a los congresistas en falta ha fracasado. Sirvió, en su momento, para atenuar el rechazo ciudadano y mandar a su casa, por un máximo de 120 días, a los pecadores sorprendidos con las manos en la masa. Pero ahora, habría que ser muy ingenuo para esperar que los legisladores estén dispuestos nuevamente a sancionarse a sí mismos.

La única manera de que algo así proceda sería encargando la pesquisa y evaluación de los hechos a personalidades ajenas al Parlamento, donde la componenda no tuviera lugar, pero eso es imposible. Para este Congreso no hay nada más útil que el consagrado "otorongo no come otorongo". Y el caso de la humalista Cenaida Uribe -con voto aprista de por medio- es prueba de ello.

Sin embargo, no es la única zona política donde la ética sirve a las apariencias. Susana Villarán confirmó ayer que va a la reelección. Más allá de las críticas que merece, está en su derecho. Pero lo que debería atender prioritariamente es el compromiso de sus voceros durante la campaña del NO (marzo del 2013), quienes aseguraron que detallarían todo sobre su financiamiento y de dónde se pagó al marketero Luis Favre, cosa que no han hecho hasta hoy. Mal arranque.