Conforme pasan los días, va quedando claro que la improvisación y falta de liderazgo del presidente Pedro Castillo son más que evidentes, y que la mayoría de peruanos cometió un gran error en elegir a este profesor sindicalista que no es capaz ni de poner orden dentro de su equipo ministerial plagado de incompetentes y hasta gente cercana a bandas terroristas.

Es patético para el Perú que un mandatario no sea capaz de zanjar públicas y vergonzosas diferencias entre ministros, y que los peruanos no sepan cuál es el rumbo de esta administración, pues el jefe de Estado da un discurso en el extranjero, mientras en el Perú sus operadores y el partido que lo llevó al poder disparan en otras direcciones.

En situaciones como estas, es cuando hace falta la mano de un líder, de un orientador, de alguien que trace la ruta más allá de lo que digan o hagan otros. Sin embargo, el presidente Castillo se mantiene oculto debajo de su sombrero, mientras a su alrededor todo se incendia y la economía va de mal en peor.El Perú está pagando las consecuencias de elegir a quien no estaba preparado para el cargo, a quien de sindicalista y agitador no pasaba, a quien ha tenido que llegar al poder para darse cuenta que una cosa es quemar llantas y hacer huelgas, y otra llevar las riendas del destino de 33 millones de personas.