Patricia Benavides se estrena como fiscal de la nación para los próximos tres años, e intentará recuperar la confianza de la población con el Ministerio Público o, como dice ella, acercar a la ciudadanía a la institución. ¿Se conseguirá solo persiguiendo el delito o depurando la entidad?

En reciente entrevista a El Comercio, Benavides apenas considera “un problema de imagen desde la institución hacia afuera”, sin reconocer que en el fuero fiscal hay magistrados que no dan la talla: plazos vencidos, procesos extensos sin un final, atisbos de corrupción e ideologías políticas, entre otras perlas.

La pregunta es cuál será la estrategia para devolverle la credibilidad a dicha entidad, cuyo buen número de fiscales supremos ha pasado por procesos de destitución. Hubiera sido positivo conocer un plan de fortalecimiento del control interno, revisar sus procesos y entregarle a la población una fiscalía depurada.

Cómo estaría de vapuleado el Ministerio Público que entre dos fiscales supremos (Pablo Sánchez y Zoraida Ávalos) se peloteaban el máximo cargo. Y cuando uno recuerda a la fiscalía aún no olvida a los Chávarry, Gálvez, Rodríguez, Arce y compañía. De este modo, hacer borrón y cuenta nueva no sirve.

Esperemos que la nueva fiscal de la nación enfoque su labor en perseguir el delito, tanto afuera como adentro, para que en realidad dicha vocación de cambio sea percibida por la población. Solo de esta manera habrá una reconciliación entre la ciudadanía y la institución que los protege.