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Resulta que Francesco Petrozzi es en realidad Francisco Hugo Petrozzi Franco. Asegurará él que la falsedad de su nombre se debe a los disfuerzos del arte, que obliga a los tenores a una denominación que los acerque al glamour y la fantasía, que los confunda con los oropeles del espectáculo, con el neón de la estelaridad, pero en este caso parece que el cambio refleja más la hipocresía del personaje, su asociación con la ruindad. 

En 2016, Petrozzi ganó una curul en el Congreso de la mano de Fuerza Popular. En mayo de 2018, ante una pregunta de un periodista sobre si los Avengers de Kenji podrían volver a la bancada, respondió: "Yo no recibiría a nadie. Una persona de honor no hace eso. Así tengas que aguantar las olas y las mareas altas, tú entraste al Congreso con un partido y sales con ese partido". En octubre de 2018, ante la inminencia de una prisión preventiva para Keiko Fujimori, con un fujimorismo en la agonía política por la crisis, Petrozzi emprende las de Villadiego y renuncia a la bancada de Fuerza Popular "porque la única lealtad de un político es aquella que le debe al pueblo". 

Apenas un año después, en octubre de 2019, en un cambio radical de posición, se ciñó el fajín de ministro de Cultura del régimen al que, según los votos encomendados, tenía que hacer oposición. ¿Quién es, entonces, Petrozzi? 

El que, ya siendo ministro, en apenas dos meses, aprobó el silencio administrativo de 10 días para los Certificados de Inexistencia de Restos Arqueológicos (CIRA) y echó de mala manera y sin justificación a la jefa de la Biblioteca Nacional, María Emma Mannarelli, a una semana de jurar al cargo. El que mintió, groseramente, sobre la destitución del íntegro e incuestionable Hugo Coya para colocar a Eduardo Guzmán. El que le dio la chambita que no tenía a su amigo Guido Lombardi. 

No, Petrozzi no es el artista que dice ser, sino el saltimbanqui de circo, el especialista de la silla voladora, el trapecista de manos aceitosas al que le urge aferrarse al poder. Es el que llamaba a Coya para tener más apariciones en Canal 7, para que lo vea todo el Perú, para que el país sueñe con su imagen y para hacer realidad su inconsciente sueño de convertirse en el Giselo del siglo XXI