Nadie podría objetar los avances dados por un sumo pontífice en la historia de la Iglesia sobre los homosexuales, como los del papa Francisco, reconociendo el importante rol que tienen en la sociedad. En efecto, Francisco está acabando con las prejuiciosas visiones del pasado que hasta llegaron a considerar a los homosexuales como perfectos candidatos al fuego del infierno y por esa actitud social tan retrograda hubo ensañamiento en las diversas sociedades y culturas en el planeta que solamente mostraron una posición de intolerancia a la máxima potencia. Es verdad que en el sistema internacional contemporáneo en que vivimos, los miembros de la comunidad LGBT, han logrado avances de aceptación relevantes, pero sobre todo ganando derechos en una sociedad que se resiste a considerarlos en la mayor extensión de las facultades que les corresponde por su condición de personas humanas. En ocasión de su regreso al Vaticano luego del viaje pastoral realizado recientemente a Hungría y a Eslovaquia, como es su costumbre, ofrecer conferencias de prensa en el vuelo de retorno, el papa ha sido extraordinariamente claro en precisar de que los derechos legítimos a que tienen los homosexuales que suponga por supuesto empoderar y proteger jurídicamente la unión de las parejas homosexuales, en ningún caso significa calificar a dicha unión como matrimonio y es lo correcto. Es bueno comprender sin apasionamiento, de que el matrimonio es una institución social histórica que supone únicamente y de manera excluyente, a la unión de un varón y una mujer, quienes al juntarse, deciden hacer vida en común y formar una familia que en la ratio histórica, debe entenderse inicialmente en la idea de la procreación, y con el transcurrir de los siglos, fue incorporada la adopción. Este es un marco propio, único, pétreo y garantista, que consuma la vinculación de dos seres humanos de diferente sexo, es decir, una persona humana de sexo masculino y otra persona humana de sexo femenino. En base a la premisa anterior, entonces, no hay forma para forzar el concepto y la definición del matrimonio que ha sido uno solo a través de la historia y en todas las civilizaciones, como para pretender relativizarlo o flexibilizarlo. La unión civil debe asegurar para las parejas homosexuales sus derechos patrimoniales, principalmente.