A menos de 24 horas del viaje del papa Francisco a Irak -el primero que realiza un sumo pontífice a este país árabe-, todas las alarmas y protocolos de seguridad, ya han sido activados para brindar la máxima protección a la cabeza visible de la Iglesia Católica pero también al jefe del Estado de la Ciudad del Vaticano.

En efecto, Francisco, emprende su primer viaje desde que fue declarada la pandemia del COVID-19, y lo hará en medio de un justificado hermetismo en Roma, habida cuenta los recientes atentados terroristas en Bagdad, su capital, como otras ciudades, entre las que se cuenta a Mosul, completamente diezmada por el Estado Islámico cuando pasó por allí y que, junto a otras del país, quedaron bajo sus dominios por algunos pocos años.

La valiente decisión del primer papa americano, de visitar a uno de los países más convulsos del suroeste asiático o Medio Oriente, no ha sido planeada de un momento a otro. El papa jesuita, ya tenía mapeado llegar hasta las tierras de Ur, donde cuenta la Biblia, vivió Abraham, considerado el padre de las tres religiones monoteístas más relevantes en la historia de la humanidad: el judaísmo, el cristianismo y el islamismo.

Ningún viaje del Santo Padre es asumido como fácil y dado su protagonismo en la agenda internacional, la comunidad planetaria seguirá muy atenta el viaje de una de las personalidades más importantes del globo hacia uno de los territorios donde el ensañamiento terrorista contra los cristianos no tuvo límites.

Irak, históricamente conocido como la Mesopotamia, un país de mayoría chiita -una de las dos grandes ramas del Islam, pues la otra es la sunita-, viene siendo impactado por ataques con misiles y drones y otras manifestaciones violentas, tanto por fuerzas proiraníes y otras terroristas, todas contra la presencia estadounidense en este país de casi 39 millones de habitantes, como por otras de reacción contra dichos ataques, lideradas precisamente por EE.UU.

Luego del derrocamiento y ajusticiamiento por una corte chiita, del dictador sunita Sadam Hussein, en 2006, el país ha tenido pocos momentos de paz, debido a los innumerables intentos por socavar el orden interno iraquí, atenuados solamente por la presencia de las tropas de EE.UU.